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27 enero 2009

Carro ataca a las pintas

Nada en este mundo me agrada mucho, pero hay ciertos elementos en la sociedad que encuentro particularmente molestos. Hoy voy a comentarles de mi creciente desprecio por esos seres que inundan las calles de Costa Rica, esos infra-humanos que se atreven a ocupar el mismo espectro del espacio y tiempo que nosotros, esa carga social que comúnmente llamamos Pintas.

Los pintas son esas personas que uno ve en las esquinas hablando durísimo con sus compañeros pintas, o caminando en la calle como si tuvieran una bola de billar en el ano (lo cual es bastante probable). A los pintas también se les puede encontrar viajando en manada en carros polos, con el reggaeton a todo volumen, gritándole improperios a las mujeres que los rodean.

Una de las cosas más detestables de los pintas es que siempre quieren una teja. “Primo, una tejilla, perro”, se les oye decir cuando se acercan a cualquier hombre (si le acercan a una mujer, le piden otra cosa…), este pinta-enunciado tiene severos errores frustrantes que voy a exponer a continuación.

Para empezar, el pinta no tiene que recordarme que yo soy el primo de alguien, soy perfectamente consciente de la existencia de los primos en mi familia. Esa escoria tampoco va a lograr hacerse pasar por un primo mío, y si lo lograra, obvia el hecho de que tampoco le dar una teja a un primo mio.

Segundo, al decir “una tejilla” no deja para nada claro qué es lo que desea. Efectivamente, en el mejor de los casos yo porto conmigo no una, sino varias monedas de 100 colones, pero no tengo intención de darle ninguna a esa sub-persona, si a eso es a lo que se refiere cuando dice “una tejilla”. Si tuviera un poco más de ambición y pidiera un rojo se lo daría, pero no voy a financiar a un mediocre que piensa en pequeño.

Este segundo punto me lleva a otro detalle que detesto de los pintas: son unos pendejos. Hay que dejar bien claro que los pintas no son asaltantes, no tienen los huevos necesarios, por lo cual deben conformarse a intimidar a otros y obtener tejas a cambio, en vez de atacar a algún peatón y quitarle toda la billetera. Es por esta característica que los pintas se camuflan los números para parecer más amenazantes. También se ponen una chema del Saprissa con el mismo objetivo.

Siguiendo con la fastidiosa petición de tejas, el tercer elemento de la oración es “perro”. No sé a ciencia cierta qué les hace terminar la colecta de tejas con la palabra “perro”, pero también hay casos en los que utilizan el vocablo “rata”. Habría que hacer una profunda investigación psico-social para intentar averiguar qué les hace pensar a estas pintas que llamándome perro o rata, se me va a ablandar el corazón y les voy a dar una teja.

Mi teoría sobre el “perro y la rata” es que las pintas tienen alguna especie de conexión con el horóscopo chino, y esta conexión se expresa al terminar la oración con alguno de los signos zodiacales que refleje lo que intenta comunicar. Por ejemplo, cuando piden tejas y dicen “perro”, intentan evocar en uno la generosidad y búsqueda de felicidad del prójimo que caracteriza al perro en el zodiaco chino. Probablemente cuando estén calentones terminen su oraciones con “serpiente”, pero no tengo intención alguna de acercarme a un pinta calentón.

Algunos pintas substituyen al signo del zodiaco chino por la palabra “Bato”. En la mitología griega, Bato era un anciano pastor que se da cuenta del robo del joven Hermes de los bueyes de Apolo. Sobornado con uno de los bueyes, promete a Hermes su silencio, pero el joven dios confió en él, pues adoptó otra imagen e intentó comprar el silencio prometido. Al acceder Bato a revelar cuanto sabía, queda convertido en una piedra para señalar el camino (fuente: wiki). Si alguien descifra la razón por la cual el pinta se refiere a uno como Bato, por favor comuníquemelo.

Aparte del estúpido léxico de los pintas, también detesto lo ignorantes que son. La próxima vez que vean a un pinta, pregúntenle algo, lo que sea. Él no lo va a saber, se los aseguro. Los pintas no saben nada más que su apodo y el de quienes los rodean (los nombres son muy difíciles para ellos), si toman Imperial o Pilsen, y, los más cargas, la fecha. Mucha gente puede echarle la culpa a la educación en Costa Rica, pero la realidad es que genéticamente los pintas son una basura sin valor alguno para el resto de nosotros.

Como siempre, cuando carro ataca, carro aporta, por lo cual les presento las 5 formas de solucionar el problema de las pintas en Costa Rica:

1. Castrarlos: se sabe muy bien que ser pinta es un factor genético adquirido del padre de los pintas, que también fue un pinta en sus tiempos mozos.

2. Exportarlos: En Honduras y El Salvador hay bastante demanda de pintas para hacer maras, es cuestión de oferta y demanda.

3. Esclavizarlos: Aunque los pintas son inútiles y vagos, hay ciertas funciones que pueden cumplir con moderado éxito, como mecánicos, pulperos o monaguillos.

4. Sacrificarlos: Aunque ni los dioses quieren a las pintas, tal vez en masa puedan tener algún valor para antiguas deidades olvidadas.

5. Domesticarlos: Con la ayuda de una lobotomía o una terapia de electroshock se podría lograr amaestrar a los pintas y enseñarles trucos como hacerse el muerto o dar la mano decentemente.

Tal vez notaron que no propuse eliminarlos sistemáticamente. La razón por la cual me opongo a que grupos para-militares vayan de barrio en barrio fusilando pintas es porque se corre el riesgo de que asesinen a alguno de los muchos imbéciles juega de vivos que creen que vestirse como pinta, hablar como pinta y caminar como pinta los hace más pichudos, lo cual no puede ser más alejado de la realidad. Además, estoy reservando los para-militares para gente con chemas de Pink Floyd que sólo sabe de ellos “We don’t need no education”, y ni saben siquiera a qué álbum pertenece esa estrofa.

08 enero 2009

En algún lugar del mundo....








...Hay un perrillo en el techo...